Spiti Valley Spiritual Valley
- Di
- 14 may
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"El Valle de Spiti es el plato fuerte de Himachal Pradesh" había leído por lo que iba preparada para encontrarme algo extraordinario. Lo que no era consciente, es que me había estado preparando para hacerlo en un aspecto más profundo.
Spiti Valley es un destinos más bellos y recónditos del planeta, aunque no por recóndito se libra de recibir viajeros y aventureros indios y foráneos.
Durante las tres semanas anteriores había explorado el estado indio de Himachal Pradesh observando, sintiendo cómo estado de calma, agradecimiento y contentamiento tomaba cada vez mas presencia. Como si hubiese accedido a un estado vibratorio, a una frecuencia y me hubiese instalado allí.
Lo achacaba al hecho de estar en contacto con la naturaleza y el bienestar que darse esos "baños de bosque", contemplar el fluir de los ríos o caminar por las montañas, en lugares tan hermosos del Valle de Parvati o Kullu. Pero a su vez percibía, por algunas experiencias meditativas, que algo más estaba sucediendo. Lo que con perspectiva ahora entiendo es que había sintonizado mi cuerpo físico, energético, mental y espiritual, para tener acceso a ciertos estados y ser capaz de abrir con estas "llaves" otros, digamos, estados de consciencia, planos o dimensiones.

A más altura en las montañas, más "High" me sentía yo. Meditar se iba convirtiendo en un recurso diario imprescindible que no necesitaba buscar. La meditación me buscaba a mí y me encontraba en esos mismos bosques, ríos, montañas o en la soledad de la habitación de mi Homestay. Meditar me permitía sostener esa vibración y bailar, moverla y expandirla.
En ese estado "expandido" alcancé el Valle de Spiti. Llegar hasta aquí en bus público como lo hice, requiere de mucho tiempo, paciencia y confianza porque nunca sabes cuando llegarás por lo que conviene soltar el control de la planificación. Pidiendo permiso a los guardianes de aquellos territorios y a las autoridades locales (se requiere un permiso especial para visitar el Valle), atravesé lugares que se escapan de cualquier expresión verbal y a través de la herramienta de la visión, se instalan en el corazón. De hecho, la única expresión que pudo sintonizar con la belleza de aquellos impresionantes desfiladeros, valles, montañas, fue la música que escuchaba a través de mis auriculares.
Estas carreteras de vértigo me mostraban, además de aquella belleza radical, que aún tengo miedo a la muerte y durante aquellas horas de trayecto acepté la invitación a revisarlo e intentar trascenderlo.
Ya en el Valle Spiti la energía espiritual del lugar atravesó todo mi sistema. Sentada a los piés de aquel Buda que miraba frontalmente a las montañas, no pude mas que entregarme a la dimensión del amor que aquella figura irradiaba en todas direcciones.
Después fui descubriendo asombrada como aquellas montañas sostenían su regazo cuantos monasterios budistas quisieron encaramarse a ellas, y a su vez estos monasterios, con sus profundos rezos, sostienen la vibración en una simbiosis energética/espiritual única.

Y fue así, como exploré el Valle de Spiti, comprendiendo que la belleza del aquellos parajes te acerca a la del alma; que la divinidad se manifiesta en ríos, rocas, montañas, en la puesta de sol o la salida de la luna, pero también se refleja en ojos ajenos, en perros con generosos movimientos de cola; se manifiesta hasta en el aire que respiramos o en la luz que atraviesa las hojas... Y por supuesto, esta divinidad se manifiesta en tí.
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