El viaje que activó los códigos de Egipto
- Dhyan

- 3 nov
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 25 nov
La historia de un viaje en solitario que abrió portales,
memorias y se convirtió en una iniciación a lo sagrado
Hace un año visité Egipto, motivada por la intención de visitar lugares sagrados y energéticos del planeta. Fue un viaje en solitario, donde por primera vez, usaba la plataforma CouchSurfing sin la que había sido mi pareja.

Hacerlo fue un completo acierto. Me alojé con uno de los seres más interesantes que he conocido en los últimos años. Anoory un místico, curandero y sabio nubio que me recibió en su templo-casa durante tres días. Precisamente cuando yo iba buscando visitar templos y lugares sagrados, encontré este otro en la Isla de Heissa, que no era un templo en sí, pero así le gustaba a él llamarlo.
Allí, cada anochecer acompañados por los molestos mosquitos oriundos de la presa de Assuan que sólo me picaban a mí, pasábamos las veladas nocturnas hablando de lo divino y lo humano, yo escuchando más que hablando a aquel personaje único. Rompía mi silencio solo para exponer mis experiencias con el chamanismo americano, el cual interesaba notablemente a aquel otro chamán egipcio.

Esta no fue la única experiencia CouchSurfing ya que en Lúxor tuve la inmensa suerte de ser recibida en la granja de la familia de Raf en Lúxor a las orillas del Nilo, allí donde los globos flotan al amanecer, creando una atmósfera única.

Durante 17 días recorrí esas tierras y su mítico río Nilo, absolutamente embriagada de la energía de este país, que movió mis aguas más profundas. Las cuales afloraban a modo de lágrimas cada cierto tiempo, cuando la emoción ya no podía contenerse en mi cuerpo físico. Esto ocurría normalmente cuando me hallaba en algún templo, enfrente de esas maravillas de la humanidad que son las Pirámides de Guiza o navegando por el Nilo.
Viví algunas aventuras como adentrarme en el desierto donde yacen los más grandes reyes y reinas a los lomos de una moto; fiarme de un listillo que me “pescó” a la salida del barco desde el cual navegaría el Nilo diciendo que era el cocinero del barco (mostrándome foto y todo vestido de cocinero), paseándome hacia el mercado y finalmente haciéndome caer en la trampa : comprar unos caros tés, inciensos y sándalo (el tipo parecía que sabía lo que me gustaba). También fue una aventura tratar de encontrar el “Templo de Annory”, preguntando aquí y allí, solamente sabiendo que estaba en la Isla de Hessa a la cual no sabía ni cómo llegar; navegar otro flujo, el del tráfico de la ciudad de El Cairo, en una moto distinta, la del Uber; y algunas otras aventuras que las dejó en la intimidad de mi diario de viajes.

Hubo tiempo para vivir alguna experiencia desconcertante y en aquel momento inexplicable, como la que me ocurrió cuando hice la primera visita a un Templo en Egipto. No a uno de los archifamosos templos de Lúxor, si no a uno más discreto, el templo fortificado de Medinet Habu, donde pude sentir una energía y vibración tan fuerte, que todo mi cuerpo se puso a temblar ante mi propia estupefacción.
Cuando se lo conté a mi amigo Anoory, me dijo que mi cuerpo estaba preparado para recibir los códigos que esconden estos lugares.
Que había recibido una descarga de información codificada en cada una de mis células. Y que el cuerpo-mente humano es algo así como un dispositivo que necesita instalar nuevas actualizaciones.
Cuando se lo conté a mi amiga Rebeca al volver a Madrid, me dijo que en mi cuerpo se había activado la energía Kundalini de forma espontánea. Estas dos afirmaciones esconden una verdad única y esotérica que pude ir entendiendo en el transcurso de estos meses siguientes y que sería muy largo explicar aquí y que quizás deje para otro artículo o quizás para un futuro libro.
También hubo un intento de sentir esa energía dentro de la Gran Pirámide tomándome mi tiempo para sentarme y simplemente observar, percibir, lo cual fue realmente difícil.
Apunta este dato: no está permitido sentarse y “meditar” dentro de la Gran Pirámide.
Aunque yo pude hacerlo detrás de la gran piedra que hay en la cámara durante algunos minutos, con el beneplácito del guarda que obviamente pidió su recompensa por dejarme hacerlo.
Egipto me abrió las puertas, o mejor dicho las alas, al Sagrado Femenino a través de Isis. Importante deidad femenina que representa el poder maternal, la sabiduría intuitiva y la capacidad de regenerar la vida. A Isis había llegado por primera vez cuando visité la exposición Veneradas y Temidas en Madrid. Y en Egipto fui conectándome, entendiendo y reconociendo este arquetipo del Divino Femenino.
🌕 Isis: la Madre, la Maga y la Guardiana de los Ciclos
Isis es una de las diosas más importantes del antiguo Egipto. Su nombre original, Aset o Eset, significa “Trono” o “Asiento”, lo que ya expresa su papel como base y sostén de la creación. Representa el poder maternal, la sabiduría intuitiva y la capacidad de regenerar la vida. Su mito más conocido es el de la búsqueda y resurrección de Osiris, su amado, a quien devuelve la vida tras haber sido desmembrado. De esa unión renace Horus, el hijo solar.
Desde esta historia, Isis encarna el principio alquímico de muerte y renacimiento, el poder del amor que vence la separación y el olvido, y la fuerza de la devoción consciente que restaura la unidad.

🕊️ Simbolismo y atributos
El trono sobre su cabeza → símbolo de realeza y soberanía interior. Ella es el asiento del poder divino, la que sostiene la manifestación.
Las alas extendidas → protección, expansión de la consciencia, abrazo maternal del cosmos.
El nudo de Isis (tyet) → equivalente al anj (símbolo de la vida), representa el flujo de energía femenina, la sangre sagrada, la vida que nutre.
El loto y la luna → conexión con los ciclos naturales, la fertilidad y la sabiduría cíclica.
🌸 Isis y el Femenino Divino
Isis representa el arquetipo universal del femenino despierto:
la sabiduría intuitiva frente al mero conocimiento racional,
la compasión y la contención,
la fuerza creadora que da vida, protege y transforma,
la magia sagrada (heka), entendida como la capacidad de unir lo visible y lo invisible.
En su esencia, Isis no es solo una diosa externa, sino una presencia interior, el principio de conexión, amor y coherencia que toda persona puede despertar, independientemente del género.
🔥 El retorno de Isis
En muchas tradiciones contemporáneas se habla del “retorno de Isis” como metáfora del despertar del femenino sagrado en la humanidad actual: un llamado a restaurar el equilibrio entre acción y receptividad, razón y sensibilidad, poder y amor. Es el recordatorio de que la verdadera fuerza nace de la unión con el corazón, de honrar los ciclos y de vivir en comunión con la Tierra.
Egipto: otro llamado de la tierra sagrada
De Egipto me fui sabiendo que volvería. De hecho en febrero de 2025 tenía pensado volver. Había comprado ya un vuelo a El Cairo meses antes, pero la vida no lo quiso así. Por esas fechas andaba ya en India sintiendo realmente que quería quedarme un poco más en Goa. Las razones eran muchas, pero principalmente porque había encontrado aquello que estaba buscando: una inmersión formativa en la filosofía de Shakta Tantra y Divino Femenino que comenzaba cuando tenía previsto volver a Egipto. Fue en ese momento que recibo una notificación de la aerolínea indicándome que mi vuelo se había cancelado. Lo que recibí con cierta sorpresa, pero sobre todo con alegría y lo entendí como una señal divina para inscribirme en el curso y seguir este camino.
Hoy echando la mirada atrás y también hacia las fotos para acompañar este texto, me doy cuenta que esa sensación permanece. Aún siento el llamado. Volveré a Egipto. Es una tierra única, que esconde códigos sagrados, un misticismo difícil de explicar y fácil de percibir. Es un lugar para seguir recorriendo, disfrutando y sintiendo. Más con el corazón y la intuición, que con la razón.
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Gracias por leer, por estar aquí y por caminar juntas este sendero de consciencia y transformación.
Con cariño,
Dhyan
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