O cómo pasé de ejecutiva a profe de yoga, viajera y escritora.
Entre las dos imágenes hay cuatro años de diferencia. La imagen de la izquierda corresponde a lo que llamo “mi otra vida laboral”. La de mi etapa como ejecutiva. La imagen de la derecha muestra mi gesto diario de agradecimiento al finalizar mis clases de yoga y mi práctica personal de meditación.

Lo que ha pasado entre derecha e izquierda ha sido, además de esos cuatro años, una gran revolución personal que me ha permitido evolucionar laboral y personalmente.
Solo una inmersión profunda en un proceso de autoconocimiento puede revelar, poco a poco, el rumbo que se desea dar a nuestra vida actual. Un rumbo que será más ajustado a lo que realmente puedo y deseo ofrecer y aquello por lo que merece la pena el tránsito por esta vida. Y tras estos años, a pesar de ir descubriendo el rumbo a seguir, también siento en lo profundo de mí, que mucho está aún por desvelarse.
Por mi experiencia, los cambios profundos surgen de dentro a fuera, se gestan en silencio, como una semilla diminuta en la oscuridad de una tierra fértil y esperan el momento adecuado para germinar. Para ver la luz, para materializarse. Es el paso de lo sutil o energético, a lo material.
El viajar durante varios años, la meditación, la contemplación de la naturaleza en sus múltiples formas, el movimiento del caminar, fueron las condiciones necesarias para que la semilla del cambio sucediera.
Esa semilla entendida como el símbolo de “lo potencial”. Una semilla contiene el potencial de convertirse en el árbol que está destinado a ser.
La evolución personal, precedida por la “re” de mucho (como dicen los argentinos); “re” de revolución al desarmar todo lo establecido anteriormente y “re” porque merece la pena jugar, hasta con las palabras dotándoles del doble sentido.
Y llega la paradoja final. Aunque parece que hubiera un gran cambio, en realidad la imagen de la derecha me muestra a una persona que hoy más que nunca se siente ejecutiva; gerente de su vida, de las decisiones que toma con la orientación de su equipo directivo: Intuición y Razón. Y en la imagen de la izquierda me doy cuenta que ya era un poco escritora, un poco profe de yoga y un poco viajera. Y así es como la línea que separa las dos imágenes se desdibuja. Y entonces me pregunto… ¿Cuánto empezó ese cambio? ¿Quién es la ejecutiva y quien es la viajera? ¿Qué sigue escondiendo la semilla?
Mientras tanto se desvelan los enigmas… ¡Que viva la re-evolución!
Nota: Y luego se dan las curiosas casualidades de la vida (a las que algún día me gustaría dedicarles un espacio) que me vienen a dar mensajes sutiles, como cuando una de las compañeras del Workshop que dimos recientemente, Nara, propone el nombre de “Re-evolución solar” para el espacio de Salud, Yoga y Sonido que estábamos creando. Juego de palabras el de “Re-evolución” que ya venía usando en LinkedIn desde que empecé este cambio.
Soy Diana Tallo, autora de esta entrada. Puedes conocerme más en este enlace.
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